Aportaciones de la escuela a la iniciación cristiana

Abstract

Al presentar las aportaciones que, a mi juicio, hace la escuela a la iniciación cristiana, no hablo tanto de realidades cuanto de potencialidades. Lo que voy a decir no es, en muchos casos, afirmación de una realidad -aunque de todo o casi todo pueda dar muestras-, sino negación de la escuela típica que conocemos. Pero esta negación no es para suprimir, si- no para transformar, para exigir a la escuela aquello que debe dar, por- que está en su razón de ser. Si lo hacemos es porque creemos en su capacidad de evangelización. De la misma manera que si hablamos de la parroquia como comunidad (o ״comunidad de comunidades”) no es porque lo sea normalmente, aunque haya casos concretos, sino porque creemos que debe y puede transformarse en tal cosa. Por otra parte, la escuela de que aquí hablamos es la ”escuela cristiana” o, más específicamente, la escuela confesionalmente católica. A ella conviene en todo su sentido lo que vamos a afirmar. Sin embargo, no se excluye la escuela en general en la medida en que se cumplen las condiciones que caracterizan a la escuela católica. Y, sobre todo, en dependencia de los laicos católicos que trabajan en ella con conciencia ministerial de su misión educativa.