El ser de Dios en el Contra Celso de Orígenes

Abstract

La cuestión más estrictamente teológica es la que tiene por objeto a Dios. Pero a Dios cabe abordarle desde la razón o desde la Revelación, aunque no sin recurso a la razón. Aquí no se hace distinción entre teología natural y sobrenatural. No obstante, en una disputa como la que mantienen Orígenes y Celso tenía que prevalecer por fuerza la dimensión racional del discurso sobre cualquier otra modalidad discursiva. El maestro alejandrino defiende una concepción de Dios que, sin desdeñar los datos fundamentales que le proporciona la Revelación, quiere presentarlo como más razonable o asumible por la razón que sus opuestas. La unicidad y simplicidad de Dios, su espiritualidad e inmutabilidad, su providencia, su omnipotencia, bondad y justicia, son notas que caracterizan esta unidad que es la esencia divina, notas de Dios que, en su unidad, permiten mantener la coherencia exigida por la razón. Orígenes defiende el monoteísmo cristiano frente a toda forma de politeísmo disgregador o de confusión panteísta, esforzándose por armonizar todos los predicamentos que se dicen de Dios. Si de Dios se predica la omnipotencia, también se predica la bondad y la justicia. Su omnipotencia no puede ser mala, ni su bondad puede estar falta de potencia; su bondad no puede ser injusta, ni su justicia puede carecer de bondad. Todo atributo divino tiene que estar de acuerdo con los demás, pues la razón nos dice que Dios es unidad y coherencia, aunque siempre nos resulte difícil alcanzar la comprensión última de semejante unidad. Orígenes representa, pues, al menos en este punto, el esfuerzo del creyente por resaltar la no oposición entre la razón y la fe, entre el Dios en el que se cree y el Dios en el que se piensa.