Valor mistagógico del año litúrgico en orden a la educación de la fe

Abstract

Preparo esta colaboración para Teología y Catequesis en los días en que se cumple el XL aniversario de la promulgación de la Constitución Sacrosanctum Concilium (= SC), el primer fruto del Vaticano II, promulgada el 4 de diciembre de 1963. Recientemente se ha conmemorado también el centenario del Motu proprio Tra le sollecitudini de san Pío X, el documento que consagra la línea pastoral de la renovación litúrgica que ha llenado todo el siglo XX y que alcanzó su culmen en la promulgación de la Constitución mencionada antes1. Ambos acontecimientos están íntimamente unidos, porque impulsaron una reforma general de la liturgia, orientada hacia la renovación de la vida cristiana mediante la participación activa de los fieles en las celebraciones (cf. SC 1. 14). Con este propósito san Pío X llevó a cabo, entre otras medidas de extraordinaria importancia –como las relativas a la comunión eucarística–, una reforma del calendario litúrgico para dar la debida primacía al domingo, entonces prácticamente ahogado por el peso de un santoral que lo inundaba todo, con sus oficios dobles y semidobles2. Por su parte el Concilio Vaticano II dedicó una gran atención al año litúrgico y al domingo, describiendo su naturaleza teológica y proponiendo las líneas básicas de su celebración por las comunidades cristianas (cf. SC 6 y todo el cap. V). Respecto del año litúrgico, hace la siguiente afirmación: “En diversos tiempos del año, de acuerdo a las instituciones tradicionales, la Iglesia completa la formación de los fieles por medio de ejercicios de piedad espirituales y corporales, de la instrucción, de la plegaria y las obras de penitencia y misericordia” (SC 105). Sirva, pues, este trabajo de homenaje a san Pío X y a los Padres conciliares del Vaticano II que, puestos a la escucha de lo que el Espíritu Santo decía en ese momento a la Iglesia, nos regalaron esos preciosos documentos, de los que debemos seguir extrayendo todavía criterios y estímulo para responder a nuestra misión pastoral.