Carismas intitucionales y personales

Abstract

Frente a una visión de la Iglesia de carácter estricta y puramente carismático que lleva a contraponer carisma e institución, derecho canónico y ser de la Iglesia (R. Sohm, 1892), el Concilio en Lumen gentium n. 8 habló de unidad de estos elementos, a semejanza de la unidad existente del Verbo Encarnado. Así, en cuanto Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, la Iglesia se configura kerigmática y sacramentalmente en torno al ministerio del sucesor de Pedro y de los sucesores de los apóstoles que la dirigen y pastorean. De ahí que la Iglesia sea toda ella en verdad creatura del Espíritu, pero igualmente Cuerpo de Cristo, por lo que la Iglesia se configura carismática y sacramentalmente en simultaneidad y proporción: es al mismo tiempo Iglesia del Espíritu e Iglesia de la Palabra y del Sacramento. El criterio de la autenticidad de la Palabra y del Sacramento en la Iglesia viene dado por el principio de la Sucesión Apostólica. Esta estructura kerigmático-sacramental que se articula en la historia apostólicamente encuentra su mejor definición en la categoría de communio.